Todos los 6 de enero se recuerda la llegada de los tres monarcas de Oriente al Jesús recién nacido y los regalos de mirra, oro e incienso que le dejaron. Y siempre quedan flotando preguntas: ¿existieron? ¿quiénes eran? Aquí, las respuestas
Anoche, los Reyes Magos deberían haber pasado y debieron dejar los regalos al pie de los zapatos, los cuales ubicamos cerca del pastito y el agua para los camellos. Esta es la ilusión de miles de niños (y no tan niños) en toda España e Hispanoamérica. Hace muchos años este día era feriado en la Argentina, ya no. Hoy, en muchas casas se come la “rosca de Reyes”, una confitura de masa dulce con esencia de azahares o limón recubierta con crema, cerezas e higos: una corona como la que utilizaban Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque también se asocia al amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin. No obstante se cree que el origen de esta tradición se remonta a los romanos. Durante los festejos al Sol Invicto. De allí la forma circular.
¿De donde proviene esta tradición basada en la Biblia, hoy empañada por el gordinflón de Papá Noel?
Leemos en el evangelio de Mateo 2. 1-12: “…Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo’. Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. ‘En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel’. Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: ‘Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje’. Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.”
Esta celebración popularmente conocida como “Día de Reyes” en realidad se denomina “Fiesta de la Epifanía”, del griego επιφάνεια que significa “manifestación”. En este caso de Jesús, como Hijo de Dios, a los pueblos paganos representados por los magos de Oriente. Aunque de Jesús tenemos tres epifanías: A los magos de Oriente, a Juan el Bautista y en las Bodas de Caná.
El Evangelio nos relata: “unos magos” y no dice que era reyes, tampoco dice cuántos eran, y agrega que eran de oriente, pero no dice de que país, por tanto no sabemos de su tierra de origen, ni se mencionan sus nombres. Pero el término “magos” no es como se utiliza hoy día, no sacaban conejos de las galeras, sino que eran estudiosos de los astros, astrólogos y astrónomos que escudriñaban los cielos.